Considero que los principios ideales acerca de Internet Libre y Abierto se corresponden a una perspectiva optimista que marcó la dinamización y masificación del acceso a las redes digitales hacia comienzos del siglo XXI. En particular, la perspectiva del sociólogo urbano Manuel Castells, quien siempre consideró la “cultura hacker” como límite a las formas de control social propiciadas por los Estados. A saber: Echelon (NSA-USA), Carnivore (FBI-USA y Emfopol (Unión Europea).
Siguiendo a Lawrense Lessig, entiendo que hay correrse hacia una mirada crítica que promueva la libertad sin quedarse sólo en los principios románticos enumerados en el Art. 19 de las Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Art. 13 y 14 del Pacto de San José de Costa Rica, entre otros. En este sentido un Internet Libre y Abierto también debe atender a los límites y posibilidades del software (código), las prácticas culturales, la legislación vigente y, en especial, a las estrategias de mercado.
Una definición que ponga en juego estos contrastes permitirá comprender el escenario actual de las redes digitales y, a su vez, orientar acciones concretas para repensar sociedades digitales más democráticas. Un caso concreto para repensar la relación entre código, Estado, costumbres y mercado puede verse en las iniciativas gubernamentales para perseguir a los supuestos violadotorios en materia de propiedad intelectual con SOPA, PIPA, OPEN y ACTA. Aquí Google se sumo al activismo de la Net Coalition para defender la privacidad de los usuarios, pero también para consolidar su posición dominante en el mercado de Internet.