Siempre me ha gustado recordar y hablar de mi primera vez que tuve contacto con un equipo de computación y sobre todo con Internet.
En casa, la computadora era un objeto sagrado colocado en la esquina del escritorio de mi padre, no podíamos acercarnos a él, era como si, una maldición caería sobre nosotros si nos acercábamos lo mínimo, pero me encantaba llevar a mis compañeros del colegio y presumirles “la maquina”, años después, me presentaron a Encarta, la enciclopedia libre más grande (aún recuerdo como la presentaban), mi padre me enseñó a usarla, debía de insertar un CD, y dependía de la letra, estaría en el disco 1 o 2, debo decir que me aterraba, tenía miedo a equivocarme, pero fue en Encarta dónde conocí el mundo –las animaciones “3D” de museos y maravillas del mundo-, sabía la historia y los hechos por los libros, pero ver las fotos y esas aplicaciones, en verdad fue cuando supe que algo maravilloso me esperaba afuera de mi casa.
Mis clases de computación en el colegio eran sobre paint y jugar –creo que pac man-, en la secundaria el equipo era tan pero tan viejo, que aprendí a usar el procesador de texto a partir de código de programación.
No recuerdo el año, probablemente ya estaba en la secundaria, cuándo Internet había llegado a casa, era una “lata” conectarse, era decidir entre usar el teléfono o conectarme a la “red”, en más de una ocasión discutí con mi madre porque ella necesitaba con urgencia el teléfono y claro yo usaba con urgencia internet. Aún recuerdo esa línea que iba de una imagen de un ordenador a otro ordenador hasta que aparecía la imagen azul y ¡bienvenida!. Lo primero que hice fue buscar mi tarea, según mi padre para eso estaba internet “para que las niñas hicieran su tarea”.
Fui de las primeras en la secundaria que tenía en casa computadora e internet, pero, los maestros seguían pidiendo las monografías recortadas y pegadas en el cuaderno, resúmenes, fichas y tablas de colores. Recuerdo que en la preparatoria era común escuchar que mis compañeros se reunirían en el “ciber” para buscar la tarea o simplemente chatear en “Messenger”, y aunque yo tenía Internet en casa, no sabía qué hacer con él.
Mi primera cuenta de correo electrónico, la abrí hasta la preparatoria, una amiga en la sala de computación de la Biblioteca pública me ayudo, de eso han pasado 10 años.
Creo fue antes de salir de la prepa que tuve que usar internet ya bien y en serio, la verdad me daba miedo entrar y aunque había hecho la carrera en técnica en programación, conocía como armar y desarmar una computadora, programaba en java y C+, pero, ¿Internet!?.
Poco a poco me fui empapando de la telaraña, lo que me permitió explorarlo y explotarlo fue abrir mi blog en octubre del 2008, a partir de ahí conocí grandiosos amigos digitales, escribí, leí y una cosa me llevo a otra, hasta estar sentada hoy frente a mi lap hablando de gobernanza de internet, modelos de múltiples partes interesadas y un largo etc.
Hoy no imagino mi día sin Internet, prácticamente mi teléfono se ha vuelto mi oficina y asistente personal, no imagino no poder comunicarme con mis amigos de Brasil, Ecuador o de cualquier parte de América Latina, de poder traducir al instante a otro idioma, de estudiar una segunda carrera desde la comodidad de mi casa en pijama, no imagino un mundo donde la información no vuele al dar clic, sin la inmediatez, o la facilidad de publicar el Blog de Angie desde cualquier parte del mundo.