@Anteliz, agradezco el detalle en la información proporcionada.
Comparto contigo la preocupación acerca de los males que puede conllevar el ejercicio de la libertad de expresión en Internet. Quizás podría sintentizarse en la fórmula “mayor libertad, genera mayor responsabilidad”. El fenómeno del linchamiento digital es abierto y grosero y produce serias consecuencias en la vida de las personas víctimas y en familiares y amigos, y creo que debe preocupar al Estado mismo.
Sin embargo, los matices importan. En una aproximación para adentrarnos en ese debate, discursos de interés público (a funcionarios, personas públicas o de algún modo vinculadas a lo público), deben gozar de la hiperprotección que la libertad de expresión les asegura, y no hay razones especiales, a mi modo de ver, para negársela en el mundo online, aun frente eventuales linchamientos. A estos efectos, para los hechos bastaría con la doctrina de la real malicia, y el recurso de rectificación o respuesta, mientras que las opiniones deberían seguir exentas de sanción.
El problema central, considero, se relaciona con linchamientos a adultos no vinculados a lo público. En niños y niñas no debe existir mayor controversia por su interés superior, lo cual, por cierto, no está libre de ciertas precisiones que deberán evaluarse de manera casuística. La discusión aflora, en cambio, en casos de adultos no públicos. ¿Qué criterios objetivos e imparciales pueden usarse para definir un linchamiento? ¿qué tratamiento jurídico deben administrárseles, teniendo por principio la protección a la libertad de expresión? ¿deben ser bajados todos los miles de comentarios, los que tengan mayor impacto, o el del autor original? ¿la sanción -sea civil, administrativa, online- es la mejor vía para prevenir y reducir el linchamiento? ¿la libertad de expresión debe pagar los costos de la falta de educación, sensibilidad o razonamiento de una persona en un momento en particular? ¿cómo se piensa un sistema adaptado a Internet que no promueva censura ni autocensura, sin permitir que una tendencia específica cope el debate?
No busco proteger los linchamientos, los aborrezco en su totalidad. Veo la posición de quién es víctima y me preocupa. Pero reflexiono en cómo amparar la libertad de expresión frente a nuevas tendencias regulatorias que surgen, en el fondo, no tanto porque la libre expresión se exceda (o sea un “mal en sí mismo”), sino porque su reiteración sin otra expresión distinta que la contenga puede instalar agendas y dañar a la persona, (lo cual es un problema de falta de expresión plural y diversa, no de exceso de una expresión en particular). En estos casos de linchamiento de pronto sí necesitamos más y mejor expresión (plural), no menos y peor expresión (una voz).
Frente a un linchamiento, alguien podría argumentar que las obligaciones del Estado llegan hasta organizar campañas sobre el uso responsable y educado de Internet con suficientes esfuerzos y medidas, y si fuere justificado, ayudar a alguien que es víctima de linchamiento a iniciar y/o mantener una campaña a su favor, para que se sienta respaldado a través de la expresión, y no por ausencia de expresión. A la postre, como sociedad “racional”, dotada también de “ética por la alteridad”, aspiramos a que nuestros argumentos e ideas venzan por su autoridad y fuerza moral, no por la fuerza que impone el silencio y su falta de cuestionamiento o reflexión.
Es un debate muy interesante sobre concepciones en principio antagónicas de la libertad de expresión, fundado en el papel y límites que asignamos al Estado en la materia, y que se traduce, en última instancia, en cuál es el modelo de democracia que deseamos para nuestra sociedad.
Un abrazo